LA CHUNGA

BAILAORAS EN LA BARCELONA DE LOS AÑOS 60/70

Esta será la época de coger el testigo dejado por Carmen Amaya en el baile, destacando las bailaoras: La Singla, La Chunga o La Chana.

LA SINGLA
Antonia Singla Contreras: La Singla, es una bailaora gitana nacida, en 1948, en el barrio del Somorrostro, de Barcelona. Sus abuelos eran gitanos franceses del Rosellón y Perpiñán. A los pocos días de su nacimiento, a raíz de una meningitis, la niña quedó sordomuda. Su madre, Rosa, a cargo también de sus otros 17 hijos, decidió luchar por su hija y tras llevarla a infinidad de consultas médicas, a los 8 años empieza a hablar, pero con mucha dificultad, para la sorpresa de los vecinos del Somorrostro, quienes la conocían por el mote de: “la múa”. Antoñita, captaba las notas de la guitarra mediante las vibraciones y las palabras mediante la lectura de labios. Lo cierto es que, La Singla, comenzó a bailar al ver a su madre tocar las palmas, asimilando así el compás y transformándolo en un baile especialmente llamativo y cargado de sentimientos.
La Singla comenzó, a la temprana edad de 12 años, a bailar en algunas tabernas de Barcelona. En 1960 lanzó su carrera profesional a lo más alto al participar en el proyecto: Festival Flamenco Gitano, en el cual también participaron personalidades como Paco de Lucía o Camarón, girando por Europa y América.


En 1963 participó como actriz y bailaora en la película Los Tarantos, en el personaje de ‘Sole’, donde conoce a Carmen Amaya, con quien se la comparaba como su sucesora.
Otro de los hitos importantes en la carrera de La Singla fue su contrato, en Los Califas, un club flamenco de Madrid, durante 1965. Contaba con la bendición de Salvador Dalí y con el apoyo de Vicente Escudero que decía que era la imagen de la genial Carmen Amaya.
Aunque su carrera profesional fue corta, es innegable el hecho de que, sin duda, fue impresionante teniendo en cuenta sus orígenes y su condición.

LA CHUNGA
Micaela Flores Amaya, nace en Marsella en 1938, era familia de la bailaora Carmen Amaya. Con un año, se instala en Barcelona y con solo seis años baila descalza en los bares, donde la descubre el pintor: Paco Rebés; quien encauzó su trayectoria artística y la presentó en el Cabaret El Emporium, convirtiéndose en figura atrayente para un grupo de intelectuales catalanes. El nombre de, La Chunga, empieza a aparecer en todos los diarios catalanes secundada por varios intelectuales de la época.
En 1953, la artista da un salto a la capital, donde los primeros tablaos están en su momento de esplendor, actuando en El Corral de la Morería y de allí a EEUU. Actuó en Las Vegas y en diversos programas de televisión consiguiendo que los espectadores americanos: “caigan rendidos a sus pies descalzos”. En Madrid conoce a la actriz americana de moda, en la noche madrileña: Ava Gardner, gracias a ella interviene en dos películas en Hollywood.

Durante los sesenta, recorre la Costa Brava, actuando en diferentes locales flamencos de la zona. En Los Claveles, de Calella, trabajó para la nueva fiebre veraniega: los turistas, con el rumbero Peret.
La Chunga, se convirtió en inspiración de escritores: Blas de Otero, Rafael Alberti, José Manuel Caballero Bonald o León Felipe. De pintores como: Picasso, Dalí o Paco Rebés, este la conoció de niña catapultándola como figura atrayente de intelectuales. Fue él quien la animó a pintar y expuso sus obras de estilo naíf en ciudades como París o Madrid. El poderío que La Chunga transmite con su baile, cautiva al pintor Salvador Dalí, proponiéndole una obra peculiar. Sobre un lienzo en el suelo, sobre el que dispone diferentes pinturas, La Chunga baila descalza extendiendo el color y creando así un nuevo arte, la pintura con los pies.

Estuvo contratada en la inauguración del Tablao El Cordobés, barcelonés, a inicios de los años 70. Participó en numerosas giras recorriendo el mundo e intervenido en varias películas como: La cogida y la muerte. Contrajo matrimonio con el director de cine José Luis Gonzalvo, con quien tuvo tres hijos, Curro, Luis y Pilar.

 

LA CHANA
Bailaora autodidacta, Antonia Santiago Amador, nació en el Hospital Clínico de Barcelona, el 24 de diciembre de 1946 y se crió, en la calle Juventud, en Hospitalet. Fue una niña de la posguerra, y de su mente nunca se ha ido el sabor de “las rebanadas de pan y vino negro con azúcar que me daba mi abuela para quitarnos el hambre mientras venía mi madre”. Con muy pocos años sentía que algo corría por sus venas, descubrió que el flamenco era su alma y su vida. Ella sola, con una radio, escuchaba y memorizaba el ritmo, los compases, y se ponía a bailar.
“En aquel tiempo se vivía mal, y la gente tenía sueños, el mío era bailar”
Los comienzos no fueron fáciles. Su padre no quería dejar que una mujer saliera de casa para bailar “porque decía que las mujeres artistas eran malas”. Su tío El Chano, guitarrista, fue el que la ayudó en sus inicios artísticos, sin el consentimiento familiar.
En 1961, empezó a bailar en salas de fiestas de la Costa Brava. Su forma de bailar era, desde el comienzo, improvisada, sus únicas armas eran su velocidad de pies y su capacidad de reacción. Ella no ensayaba nunca, sólo entrenaba velocidad y fuerza para que en el momento de salir al escenario su cuerpo obedeciera a su mente, el dominio del compás era absoluto.
Fue madre a los 18 años, con el primer hombre que dijo amarla, al principio todo parecía de color de rosa, hasta que llegó la ira, las palizas y los celos. Ya sólo sería feliz bailando, hasta que dejó a su marido.


En Los Tarantos, de plaza real, donde estaba contratada, la descubre el actor británico: Peter Sellers, que cerrará la sala para grabarla e incluirla en la película: The Bobo, de Robert Parrisch, en 1967. El actor le propone desarrollar su carrera artística en Hollywood, lo que no contaría con el consentimiento familiar.
En 1968, Manolo Caracol, regentaba su tablao Los Canasteros, en Madrid. Caracol se mostraba reacio a contratarla por ser rubia y de Barcelona, dijo, textualmente: “¡No hombre, no, de Barcelona y rubia, no!”; después de verla bailar la contrató inmediatamente y pronunció un “¡Viva Cataluña!”. En esos años actúa por toda Europa y Australia, donde obtuvo el primer Premio del Certamen Internacional de Danza de Perth.
En los años setenta y con el auge de la televisión, consigue su momento de máxima popularidad. José María Íñigo la presenta en su programa de máxima audiencia: Esta noche fiesta, lo que le da un reconocimiento nacional. Estrenó el espectáculo «Flamenco 73» en el Teatro Arniches, actuará en el Florida Park y en el Music Hall Xairo, en su etapa madrileña.

En 1978, en el momento más álgido de su carrera profesional, decide asegurar sus pies con la compañía Aseguradora Nacional Francesa.
Dejó de bailar completamente durante cinco, de nuevo su marido, esta vez le prohíbe seguir actuando. Con 39 años, regresó a los escenarios, con la compañía del bailaor Luisillo, empresarios y artistas la animaron a volver. Trabajó durante cuatro años para la Cumbre Flamenca dirigida por Paco Sánchez, al lado de Antonio Canales, Cristóbal Reyes, Juana Amaya, El Veneno y Los Losada. Realizó giras con gran éxito por todo el mundo.
Se casó en 1990, con Félix Comas, vecino de Premiá de Mar. Ese mismo año, actúa en el Joyce Theater de Nueva York, recibiendo muy buenas críticas de la prensa.
Con 45 años empieza su retirada de los escenarios, pero sigue actuando esporádicamente. Actuó en la decimoséptima edición el Festival de Flamenco de Ciutat Vella y en la Bienal de flamenco de Sevilla, del año 2016, participa como artista invitada en el espectáculo de la bailaora: Rocío Molina. La propia, Rocío Molina, dejo estas efusivas declaraciones:
“Hablaré ahora de mi Diosa ¡Mi inspiración…ella tiene su Dios por el que vive, baila y ama, pero ella no sabe que para mí, mi Diosa es ella, te adoro Chana! Y no sé explicarlo, pero yo quiero ser como tu baile. Gracias es poco, lo que te puedo decir, tanto yo, como el público y artistas que tuvimos el honor de verte, ¡nos dejaste locos de arte! Los flamencos no debemos olvidar a esta gran bailaora jamás en nuestras vidas. Chana, de mayor quiero ser como tu…”
La Chana todavía baila, ahora sentada en una silla. Una de las pocas cosas que aún la hacen disfrutar, sigue siendo el flamenco, pero como dice ella, “sólo el que es natural. El de gente como los Farruco o Antonio Canales”, a los que considera compañeros, una familia que la aprecian, como lo que fue: una de las mejores bailaoras de la historia.